No sé si han visto ustedes que
Lucía comentó en su propia entrada. Como los comentarios quedan un poco escondidos, doy visibilidad a algo tan entrañable, ilustrándolo con fotos de aquella época:
Lu Ma dijo...
"Sería un error no aceptar tu invitación, pues es un placer para mí poder compartir mi perspectiva del asunto (intentaré ser breve, aunque no prometo nada). Ahí va:
Cómo no recordar todos los acontecimientos que envolvieron el hecho de ser premiados por nuestros cuentos... Fueron momentos muy divertidos y alegres que quedaron impresos en nuestra memoria: desde el temor inicial por escribir algo para la Seño Conchita, hasta el viaje a Madrid y la esperada entrega de premios, pasando por “El Gran Café Gijón” y lo afortunados que fuimos al firmar en su libro, como los grandes escritores. ¿Te acuerdas, Seño?
Me acuerdo, claro que sí. Dejo aquí testimonio gráfico:
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Lucía recogiendo su premio en el Reina Sofía de Madrid |
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Firmando en el Libro de Visitas Ilustres del Café Gijón |
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Portada de la revista del Café Gijón. Nótese que en "Colaboraciones" aparecen los escolares de Jacarilla |
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Texto aparecido en la revista, escrito por los chicos/as de Jacarilla |
Pero he de decir que tengo otro recuerdo mucho más recurrente de ese periodo. Y, a pesar de no poder narrar con precisión cómo ocurrió, voy a intentar transmitir qué significó para mí. El hecho del que hablo es el siguiente: la Seño Conchita nos leía cuentos, relatos, libros...¡en clase!
Así es, este gesto, que pudo pasar desapercibido, aún más en aquellos años en que la metodología docente andaba por otros derroteros (cosa que comprendí mucho tiempo después), fue muy revelador, al menos, para una niña. Me sentí sorprendida cuando Conchita nos explicó que todos los días, y durante los dos cursos que fuese nuestra Seño, nos leería durante los diez, quince primeros minutos de su clase. Después de la sorpresa, la reflexión: “ Si lo hace la Seño, tiene que ser importante...”. ¡Y tanto que lo fue!
De manera que aquella niña movida por la curiosidad, empezó a leer con más atención.
De dónde viene mi afición lectora, no sabría decirlo con certeza. Supongo que, como todo en la vida, vino dada por diversos factores y el modo en que nos transmitiste tu pasión por la lectura, fue uno de ellos. No me cabe la menor duda.
Echando la vista atrás, puedo decir que los libros llegaron en el momento preciso y que fueron mi “medicina”, en cuanto que gracias a ellos, pude ir resolviendo las incógnitas para las que no encontraba respuesta en otra parte. Creo que esta faceta de la lectura es la que me enganchó a ella.
Pues, quien bien me conoce, no me concibe sin mis libros. Saben qué regalarme en fechas señaladas, saben que nunca viajo sin al menos uno de ellos, y que uno de mis mayores temores es que no voy a tener tiempo suficiente para leer todos los anotados en mi lista (sí, por supuesto que tengo una).
Así, la sencilla expresión: “Leed”, me trae a la memoria esos días en nuestra pequeña y acogedora clase, como bien apuntas, Conchita. Seguramente, no lo expresaste de este modo (no es tu estilo), pero al pensar en ello, se me representa así.
En resumen, diré que todo comenzó por seguir un consejo de mis mayores, entre ellos, la Seño. Y como buen consejo que fue, lo he seguido aplicando.
Lo sé, fracasé. No he cumplido mi promesa de ser breve, pero claro, es que "los libros molan, molan mucho, molan un pegote!"(como podría decir nuestro querido Manolito Gafotas).
Como dije, ha sido un verdadero placer.
Gracias por todo, Conchita."
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Entrevista en la radio |
Después hemos seguido hablando por Facebook, desde donde me dice:
"Ay, seño. No sabes cuánto me alegra esto! La verdad es que, con once añitos, se demuestra el agradecimiento de otra manera, je, je. Pero que sepas, que anécdotas siendo tú la prota, las he contado y seguiré contando.
No estoy segura, pero te atribuyo una sobre " el sacrilegio que supone doblar la página de un libro", puede ser?"
Yo: -"Es. Jamás las he doblado".
"Lo sabía!!!
Yo tampoco, seño.
Y cuando preguntan porqué, lo suelto tal cual".
Respeto mucho el hecho de que la gente cumpla lo que dice. Lucía prometió escribir sobre su pasión por los libros, y aquí tienen el resultado.
Una de las frases que siempre repetía a mis alumnos/as era: "Hay que cumplir lo que se promete".
Acabo de leer
en este libro la idea dicha de esta manera: "Voy a acabar lo que he empezado y hacer lo que dije que haría".
En este caso, el mérito no es mío, es exclusivo de Lucía, pero me enorgullezco de ella igualmente, quizá más...
REAL DECRETO POR EL QUE SE ESTABLECEN LAS ENSEÑANZAS MÍNIMAS DE LA
EDUCACIÓN PRIMARIA
Artículo 6.
Competencias básicas.
4. La lectura constituye un factor fundamental para el desarrollo de las competencias
básicas. Los centros, al organizar su práctica docente, deberán garantizar la incorporación
de un tiempo diario de lectura, no inferior a treinta minutos, a lo largo de todos los cursos de
la etapa.
Y esta vez me temo que no daría al ladrón de semejante regalo los cien años de perdón...